RE-ENCUENTRO CON NUESTRO FEMENINO VITAL
Este trabajo es sólo para mujeres, pero me gustaría dejar en claro que no forma parte de una postura feminista. El hacer este trabajo entre mujeres, como primera etapa, está basado en el reconocimiento de la necesidad de re-identificarnos con el mundo de nuestras madres y abuelas desde un lugar diferente del que solemos hacerlo la mayoría de nosotras.
La idea es conectar con lo más profundamente femenino para recién después ir al encuentro del Otro. Llegar a ese encuentro desde el deseo y no desde la necesidad.
En estos momentos hay hombres que también están haciendo un trabajo interior con respecto a sus propios masculinos y apostamos que a partir de ambas revisiones, mujeres y varones podremos encontrarnos desde lugares más auténticos y amorosos.
Es un trabajo que nos compromete a todas y cada una de las mujeres, para apoyarnos y nutrirnos. Como podamos y hasta donde podamos. Y pasar la posta a las próximas generaciones: a nuestras hijas, sobrinas, alumnas y toda joven que pertenezca a nuestro entorno.
Este camino es un proceso. Sería muy difícil pensar que el material ofrecido, por ejemplo, por el libro “Mujeres que corren con los lobos” de Clarissa Pinkola Estés, pudiera ser digerido en una sola leída, ....o en completa soledad.
La idea los trabajos propuestos no es para tomarlo como la Santa Biblia Femenina pero si como un camino, donde a través del trabajo con mujeres y entre mujeres, nos conduzca a la individuación de cada una de nosotras. Al Re-Encuentro con nuestra propia alma femenina. Es importante tener presente que no hay una fórmula válida para todas las mujeres sino que es una tarea individual, trabajada de manera grupal. No hay un "hace esto y después lo otro", ni se trata de los "10 pasos necesarios para el descubrimiento de tu femenino".
Un punto importante de partida es que nos cuestionemos cual es nuestro lugar y donde estamos paradas.
Las mujeres de nuestra generación nos sentimos muy exigidas a conquistar nuevos lugares. Y esto es de un agobio enorme dado que la idea pareciera ser que no podemos tomar nada de los modelos femeninos que nos antecedieron.
Intentamos actuar de un modo totalmente diferente a aquello que hicieron nuestras madres, donde el acento estaba puesto en el repetir, sin cuestionar, lo que habían recibido de generaciones anteriores. Pareciera ser que de un extremo nos fuimos al otro.
La propuesta de este trabajo es ver como apoyarnos en nuestros antepasadas. Esto nos genera mucha resistencia, pero si uno puede atravesarla se convierte en un alivio enorme. Nos damos cuenta de que no estamos solas sino que tenemos raíces en una larga cadena de mujeres que nos antecedieron.
Con respecto a este tema Pinkola en su libro cuenta un sueño que tuvo:
"estaba narrando cuentos y sentí que alguien me palmeaba el pie para darme ánimos. Bajé los ojos y vi que estaba de pie sobre los hombros de una anciana que me sujetaba por los tobillos y, con la cabeza levantada hacia mí, me miraba sonriendo.
-No, no, le dije, súbete tú a mis hombros, pues eres vieja y yo soy joven.
-No, no, contestó ella, así tiene que ser.
Entonces vi que la anciana se encontraba de pie sobre los hombros de otra mujer mucho más vieja que ella, quien estaba encaramada a los hombros de una mujer vestida con una túnica, subida a su vez sobre los hombros de otra persona, la cual permanecía de pie sobre los hombros...
Y creí que era cierto lo que me había dicho la vieja del sueño de que así tenía que ser".
Por supuesto que esto no implica quedarnos pegadas a los lugares anteriores sino poder crecer, crear a partir de allí.
Trabajamos para rescatar nuestra mujer salvaje, lo más profundamente instintivo, nuestra alma femenina.
Nos remite a quienes somos y que nos proponemos. Representan la fuerza natural e instintiva que sostiene a todas las mujeres.
No pateamos el tablero sino que este re-encuentro implica volver a nuestras cacerolas, a nuestros trabajos, a nuestros hijos, a nuestras actividades pero desde otro lugar, desde un lugar más creativo, más auténticamente nuestro, no desde el como "deberían ser las cosas" tan impuesto en nosotras, sino como "quiero que las cosas sean".
Dice Pinkola: "Nosotras las mujeres estamos construyendo una madre patria; cada una con su propia parcela de terreno arrancada de los sueños nocturnos o de un día de trabajo. Y extendemos poco a poco esta parcela en círculos cada vez más amplios. Algún día será una tierra ininterrumpida, una tierra resucitada procedente del país de los muertos. El Mundo de la Madre, el mundo materno psíquico, coexistirá con todos los demás mundos en condiciones de igualdad. Y lo estamos creando con nuestras vidas, nuestros gritos, nuestras risas y nuestros huesos". |