El trabajo fundamental en el consultorio con personas adultas se basa en un camino de individuación, donde la persona, en un viaje hacia la libertad interior pueda resignificar los hechos de su historia desde una mirada diferente a la habitual. Con nuestros pasados armamos guiones de vida y solemos vivir en función de ellos. Y así escribimos nuestra historia personal.

El trabajo fundamental consiste en ampliar la mirada, integrar personas o acontecimientos que han sido excluidos. No se puede cambiar los hechos del pasado, lo que paso paso, pero si el modo en que son vividos. Dicen que nunca es tarde para tener una infancia feliz. De esto se tratan los guiones de vida que armamos. Dependiendo de la mirada estos acontecimientos habrán de debilitarnos o fortalecernos. No se trata de negar lo que pasó, ni puentear las emociones vividas, los traumas, los dolores sino meterse, atravesar, recordar… y seguir viaje sanando y saldando para así poder seguir en el camino de la propia individuación. Sin negar ni renegar, sin acarrear con nosotros viejas mochilas, ni propias ni ajenas, dejando a cada uno lo que le pertenece y haciéndose cargo de lo propio, sin proyectar en el afuera o en otros, no poniéndose en el lugar de victimas de lo que me acontece desde el afuera sino siendo responsables, es lo que nos va a permitir ser libres. Sin juicios, prejuicios, el “deber ser” desde mandatos exteriores o sociales que nos indican cual debe ser el camino. Nadie puede saber mejor que uno mismo quien es o que necesita.

Mi trabajo es aportar un granito de luz para que la persona misma pueda ir encontrando su centro, más allá de la mirada de los otros que nos dicen qué está bien y qué está mal. Mirar con amorosidad nuestras partes más luminosas y nuestras partes más patéticas. Solo de ese modo, con una mirada incluyente de la totalidad es que lograremos sentir que podemos crecer, florecer tomando al mismo tiempo la fuerza que nos viene de nuestros ancestros.